jueves, 29 de agosto de 2019

EL PODER FINANCIERO INTERNACIONAL Y LA DESTRUCCIÓN DE LA REPÚBLICA ARGENTINA.

EN EL SIGUIENTE VIDEO UNA MUY CLARA EXPLICACIÓN DE LA PERVERSA ESPECULACIÓN FINANCIERA INTERNACIONAL, QUE DESTRUYE LA ECONOMÍA REAL POR LA USURA Y HA SOMETIDO Y SOMETE, DESDE HACE MÁS DE DOS SIGLOS, A LA REPÚBLICA ARGENTINA Y SUS ENORMES RECURSOS NATURALES, CON EL PELIGRO INMINENTE ACTUAL DE LA PÉRDIDA DE TERRITORIO.

miércoles, 28 de agosto de 2019

Murió “San” Antonio Puigjané, terrorista de Dios. Por el P. Javier Olivera Ravasi, SE

Dicen que, de los muertos no hay que hablar…, pero cuando se habla mal o con mentiras, no queda otra que saltar a decir un par de verdades políticamente incorrectas como lo hemos hecho otras veces.
Acaba de morir, hoy martes 27 de Agosto de 2019, fray Antonio Puigjané, fraile capuchino y terrorista de izquierdas, co-autor del copamiento del regimiento militar de La Tablada, último ataque armado en democracia, acaecido el 23 de enero de 1989 por el Movimiento Todos por la Patria (MTP) que terminó con la vida de 32 terroristas, nueve militares y dos policías.
En sus años mozos, trabajó junto al obispo Angelelli en Anillaco, La Rioja, hasta el golpe militar de 1976 para, pasados los años, ingresar a la agrupación terrorista citada.
                            La mesa directiva del MTP poco antes del copamiento de La Tablada
Murió (tenía 91 años) entre sus hermanos capuchinos, la misma orden a la que perteneció el Padre Pío de Pietrelcina, sin embargo no fue allí donde se dedicó al ministerio de la confesión y a la devoción de las cuentas del Rosario, sino al dulce ejercicio de la toma del poder por las armas.
Puigjané fue uno de los tantos “curas idealistas” que llevaron a la muerte a decenas de jóvenes por la patria socialista. ¡Si parece mentira que hoy, treinta años después, hayan condenado a los militares que defendieron nuestro país contra esta lacra!
Esperemos que el fraile asesino haya tenido tiempo de purgar sus pecados, aunque lo dudamos pues,según narran sus admiradores“prefería escuchar música, canciones de Silvio Rodríguez o que hablaran de Ernesto ‘Che’ Guevara” en vez de leer la “Preparación para la muerte” de San Alfonso.
Si hasta fue otro fraile capuchino, el padre Luis Coccia, quien se encargó de enviar un mensaje a sus familiares y amigos para confirmar que, el ex convicto ya había partido de este mundo capitalista.
«El mismo que lo creó por amor lo glorificó ahora y está definitivamente en el reino de Dios. Antonio acaba de partir«.
Y agregaba:
«Antonio ya participa de la condición de los santos y está definitivamente con Dios para interceder por nosotros y por esta patria también tan necesitada, la Argentina»
Y uno se pregunta: ¿es que nos toman por boludos? ¿o será que se fue al Cielo de Chávez de Marx o de Lenin?
Nosotros, hombres de poca Fe, lo dudamos y rezamos para que, al menos, haya alcanzado -al menos- el Purgatorio católico, seguramente más confortable que el paraíso comunista.
Que no te la cuenten…Aqui para los que no tienen memoria y los mas jovenes dejamos este resumen

miércoles, 21 de agosto de 2019

Rosario habla: resolverán si el asesinato de Larrabure es delito de Lesa Humanidad. Por David Rey

Rosario puede empezar a contar la historia. De hecho, la Cuna de la Bandera… esta vez la puede hacer flamear más brava que nunca. La misma ciudad donde, en 1975 (plena democracia), el Coronel Argentino del Valle Larrabure estuvo secuestrado 372 días dentro de una “Cárcel del Pueblo”, de las que ideaban los “jóvenes idealistas” del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) para torturar y asesinar a sus víctimas. No obstante, Rosario es también la ciudad cuyos habitantes ignoran que fue en Garay y Bariloche, a 20 cuadras de la céntrica peatonal Córdoba, donde tuvo lugar uno de los peores crímenes ocurridos en toda la historia del país y cuyos responsables gozaron de absoluta impunidad por más de 40 años.
El doctor Javier Vigo Leguizamón, abogado de la familia Larrabure, parece ser el encargado de “colocar la historia en el lugar donde debe estar”, es decir, por encima de la amnésica memoria que el relato, durante los años del kirchnerismo, pretendió imponer. En rigor, el miércoles 28 de febrero se presentará en la Cámara Federal de Rosario (Entre Ríos 435) nada menos que para plantear que el secuestro, la tortura y el asesinato de Larrabure sea considerado como delito de Lesa Humanidad. Hay fundadas expectativas en este sentido, como lo explica nada menos la importante convocatoria que se prepara para acompañar el fallo de la justicia rosarina, el cual puede representar un acontecimiento histórico para nuestro país.
Entrevistado en Periodismo> para periodistas… ON THE RADIO (Radio FM “Gran Rosario” 88.9 Mhz), Arturo Cirilo Larrabure, hijo del coronel Larrabure, indicó que “los crímenes de Lesa Humanidad están basados en el Estatuto de Roma. Cuando se produce un ataque sistemático a la población civil, nos encontramos en presencia de crímenes de Lesa Humanidad. En aquellos años, en la Argentina ocurrieron más de 17 mil atentados o ataques a la población civil por parte de organizaciones terroristas”.
Respecto de por qué la justicia argentina omitió siempre esa apreciación, Larrabure sostuvo que “para quedar afuera de la clasificación de crimen de Lesa Humanidad, inventaron una composición en la que solo los ataques de Lesa Humanidad eran aquellos concebidos por agentes estatales. Eso es lo que intentaron hacer creer a la sociedad argentina. Pero eso, el Estatuto de Roma no lo dice en ningún lado. Acá lo que hay que tener en cuenta es que el Estatuto de Roma no pregunta ‘Quién’, sino pregunta ‘Qué’, ‘Cómo’, ‘Cuándo’, ‘Por qué’. Esas son las preguntas que se hacen los que escribieron el Estatuto de Roma. Y el secuestro, la tortura y el asesinato de mi padre, ocurrido en plena época democrática (1975) donde gobernaba Isabel Martínez de Perón, encuadra perfectamente dentro de la tipificación del delito de lesa humanidad”.
Larrabure recordó que su padre, secuestrado por el ERP en la Fábrica Militar de Villa María (Córdoba), estuvo encerrado en el sótano de una mercería que era atendida por Amorosa Brunet de González, quien vivía con sus hijas Rut y Estrella, una de las cuales estaba nada menos que embarazada al momento de llevarse a cabo tan horrible secuestro. “Esto era lo que estaba dentro de esa simulación que aparentaba ser una familia totalmente normal y tranquila, y abajo, en el sótano, se encontraba lo que era el horror”, precisó el entrevistado.


A 45 años del calvario y asesinato del coronel Larrabure. Por Alfredo Serra

«Privado de mi libertad, me encontré en un refugio húmedo, sin luz natural, lejos de ruidos y celosamente custodiado por encapuchados cuyos cambios de guardia constataba por el calzado que usan, o por las manos (…) Mis ‘benévolos captores’ me inyectaron un alucinógeno, y cuando horas más tarde desperté, me encontré el otro abyecto canil (…), aturdido, tendido en un camastro, mi cabeza llena de zumbidos, mis ojos pesados, sin poder entreabrirlos: la luz de un tubo fluorescente hería mi retina».
(Del diario del coronel post mortem Argentino del Valle Larrabure, 12 de agosto de 1974)
Ataque y captura
El sábado 10 de agosto de ese año –gobierno de Isabel Perón–, guerrilleros del ERP(Ejército Revolucionario del Pueblo) coparon el motel Pasatiempo, primer paso para el ataque a la Fábrica Militar de Pólvoras y Explosivos, Villa María, Córdoba.
A la una de la mañana del domingo 11, mientras en el casino de oficiales estaba por terminar una cena del personal –mayoría de civiles–, el soldado conscripto Mario Pettigiani, estudiante de arquitectura, cortó con una pinza el alambrado que rodeaba la fábrica, y entró por esa brecha un comando de 70 «erpianos» armados.
Uno de ellos preguntó por el director de la fábrica, teniente coronel Osvaldo Guardone, ausente, en su casa, dentro de la misma instalación militar. Fueron entonces por el subdirector, mayor Larrabure –estaba con su esposa, María Susana de San Martín–y el capitán García, ingenieros químicos, los secuestraron y los llevaron hacia un vehículo. García intentó fugarse, pero lo hirieron gravemente y lo abandonaron. En el breve combate murió un policía, hirieron a 7 militares, y los atacantes robaron 120 fusiles FAL, otras armas, y explosivos.
Larrabure fue encerrado en una celda, debajo de una mercería: Garay 3254 esquina pasaje Bariloche, barrio Bellavista, Rosario.
Nunca más saldría de allí hasta su muerte: 19 de agosto de 1975, a los 372 días después de su secuestro, y a sus 43 años. Su cuerpo, envuelto en una sábana y una frazada, fue arrojado a un zanjón, cerca del cruce de la avenida Ovidio Lagos y la calle Muñoz.
El calvario
Con precisión matemática, en su diario, que escribió desde el principio de su cautiverio hasta el 3 de enero de 1975 y vendido por un guerrillero a la revista Gente en 1977, así describió su celda: un miserable y típico hoyo que la guerrilla llamaba «Cárcel del Pueblo».
«Aprecio que mi celda es una excavación porque carece de ventanas y una de las paredes laterales está burdamente revocada a cemento. El frente es de idéntica composición. El contrafrente es una pared de ladrillos huecos y una reja de aproximadamente 40 por 60, y el costado una divisoria de madera compactada. Dos tubos de plástico negro de unos dos centímetros de diámetro conectan con el exterior y permiten la aireación mediante un extractor eléctrico cuyo funcionamiento depende de mis captores. Padezco la terrible desventura de que deje de funcionar (…) y el aire húmedo y enrarecido aumente el asma que quebranta mi fuerza física».
Y también arriesgó a definir a sus captores como «medrosos, pusilánimes, valientes en las sombras, impulsivos, cortantes y autoritarios».
Palabras que no pudo usar en las cartas a su familia, por temor a mayor castigo del que recibía: periódicas sesiones de tortura.
Sus captores quisieron intercambiarlo por guerrilleros del ERP . La presidente Isabel Perón se negó: no negociaría con terroristas.
Ni días ni noches
Sigue el diario:
«Estoy confundido. Quiero ordenar mis ideas. No sé de noches ni de días. Las horas no están marcadas por reloj. Me son dichas por mis ‘piadosos’ carceleros encapuchados y por Radio Rivadavia, que ellos sintonizan y me hacen escuchar mientras me vigilan. Aquí, en este maldito subterráneo, en esta odiosa ratonera, me privan de percibir el día por el sol, por la luz, por el volar de los pájaros, por el cielo celeste y diáfano (…) ¡Oh Dios, ¿podré un día encandilar mis ojos y palpitar mi corazón agitadamente junto a mi amada esposa, hijos y demás queridos? Me han dado un lápiz y borradores, y ya he confeccionado mi propio calendario…».
Canje de libros
«Mis carceleros me han brindado entrevistas para hablarme de política. Por supuesto, de política revolucionaria empapada de Mao Tse Tung, Regis Debray, Giap, Ho Chi Minh, Guevara y demás. Les he expresado que mi formación es eminentemente técnica, no siento vocación, y prácticamente me fastidia la política (…) Persisto en mi poco apego a tales estudios, e insisto en que deseo libros de matemáticas, física y química. Afortunadamente me hacen llegar libros de matemáticas (…) Este vivir sin querer vivir me hace volcar a diario profundas meditaciones. Ellas me reencuentran con Dios, en quien deposito mi esperanza y me someto sumiso al destino que me dé».
Médico no: verdugo
«Muy pronto, como consecuencia de la primavera, hay en mi canil un gran porcentaje de humedad, y mi crónica afección asmática se ve recrudecida. Son solícitos en prodigarme asistencia médica. Un galeno con capucha viene, me ausculta y realiza una prolija revisación. Le indico con sumo detalle otras dolencias físicas que me atormentan en el cautiverio: constantes dolores de cabeza, ardor estomacal, continuos deseos de orinar y un insomnio cruel que lacera mis quebrantados nervios (…) En un instante en que el carcelero no observa, llevo a la mano del doctor un mensaje escrito en el envase de cartón de un medicamento: ‘Por favor, doctor, hable a Buenos Aires, al número…, y diga que estoy bien’. La capucha asiente afirmativamente (…), pero pude ver sus ojos: un hombre carente del sentido de piedad. Un hombre con cualidad de verdugo, nacido para manejar el hacha que secciona cabezas en el cadalso».
¿Libertad a qué precio?
«Un encapuchado me visita y me dice:
-Mayor, no se desespere y no trate de quebrantar su prisión. Usted permanece en la Cárcel del Pueblo porque el ejército al que usted pertenece lo ha abandonado.
–No estoy abandonado. Mi ejército no me abandonará jamás.
–Usted tiene una evidente inestabilidad emocional, pero puede lograr su libertad.
–¿A cambio de qué?
–Usted es especialista en armas y explosivos. Acepte trabajar como asesor para las fábricas de nuestra organización, y será libre.
–Por ese precio, no.
Y escribo en mi diario: ‘de hijo mal parido sería trocar este mísero encierro por una libertad física, mientras mi alma se envilece en el fango de estos miserables'».
Morir de pie
«Hago gimnasia moviendo mis brazos y piernas en flexiones interminables, pues quiero fatigarme. La fatiga me prodigará el sueño. Pero a pesar de ello no puedo dormir y debo recurrir al carcelero para que me facilite un barbitúrico. Me entrega un Valium de cinco miligramos. Solamente con la ayuda de esta droga logro conciliar algunas horas de sueño profundo y relajado (…)».
«Calladamente rezo pidiendo a Dios que no me abandone en una locura humillante. Quiero morir como el quebracho, que al caer hace un ruido que es un alarido que estremece la tranquilidad del monte. Quiero morir de pie, invocando a Dios, a mi familia, a la Patria, a mi ejército, a mi pueblo no contaminado con ideas empapadas en la disociación y en la sangre (…) Siento la laxitud de haber captado un mensaje de despedida de un ser muy querido. Quizá mi esposa, mi madre, mis hijos, mis hermanos… Estoy seguro, convencido, de que un hecho luctuoso abate a mi familia».
(Nota: ese día murió Carmen Conde, su madre)
El día final
«El cuatro de enero, sorpresivamente, sentí voces de mi hija, salí en su búsqueda, y me encontré con tres hombres y una mujer joven que hablaban en una habitación. Les vi las caras y la contracción de sus mejillas, su palidez ante el peligro que supone la presencia de un hombre cautivo que los encuentra desarmados. Pude pegar, rompí un vidrio, pero fui desvanecido por mis siniestros carceleros, y cuando desperté estaba maniatado de pies y manos en mi camastro. Así permanecí durante tres días en los que, con más severa vigilancia, se me desataba para alimentarme y usar mi inodoro portátil (…) Me sentí afiebrado. Me brindan asistencia médica, y luego de ese…»
(El diario se interrumpe. Poco después, el cautivo fue torturado y asesinado. Tal vez ante un último intento de sus secuestradores: libertad a cambio de trabajar para sus filas)
En el nombre del padre
En la primera carta que Larrabure envió a su familia desde el pozo en que estuvo cautivo, fechada el 22 de octubre de 1974 –y en varias más–, los destinatarios son «Marisita, Susanita, Arturito, Jorgito y Nita». En ese orden, son su madre, sus hijos Susana y Arturo, y Nita y Jorgito, madre e hijo de la empleada de la casa. Uno de ellos, Arturo Cirilo Larrabure –60 años, licenciado en Investigación Operativa aplicada a la Informática, cinco hijos (todos profesionales)-, tenía apenas 16 años cuando su padre fue secuestrado. «Y como hijo varón tuve que asumir un rol que nadie quiere a esa edad: jefe de familia», dice al principio de la entrevista con Infobae:
-¿Cómo recibió la noticia de la muerte?
–Ya estaba en los medios, y había un runrún: «Un cadáver que parece ser el del coronel Larrabure».
-¿Qué recuerda de esos 372 días de cautiverio?
-La esperanza de su liberación…, pero la sospecha de que eso terminaba mal.
–¿Algún indicio claro?
–El deterioro de su letra. De buena caligrafía las primeras, y de rasgos muy diferentes las últimas.
-¿Hablaba de muerte?
–Nunca quiso que sufriéramos. Nos preparó para ese momento con hidalguía, orgullo, honor. Para el buen combate bíblico.
-¿Su rasgo más admirable?
–Sus dos consejos: perdonó a sus asesinos y nos dijo «no odien a nadie: respondan la bofetada poniendo la otra mejilla».
–¿Por qué se llamó Argentino del Valle?
–Argentino, porque mi abuelo dijo «será un hombre para la Patria», y del Valle, por una promesa de mi abuela a esa Virgen.
–¿Otra frase que lo define?
–»Aun el peor gobierno democrático es mejor que un golpe dado por las fuerzas armadas».
–¿Cómo lo crió?
–Me marcó mucho su visión del estudio: «Se trata de horas-silla. Tenés que calentarla, concentrarte, superarte. Sólo a través del estudio hay progreso». Èl vivía rodeado de libros.
–¿Cómo fue la vida de su madre al quedar viuda?
–Muy difícil. No quedó bien. No quería comer: quería morir. Y se fue de este mundo a los 69 años.
–¿Lo peor después de su muerte?
-La llegada de los Kirchner. Llevábamos treinta años con la serenidad que da el paso del tiempo, pero ellos fueron como sal en la herida.
–¿Algo que aún lo emociona?
–Mi padre cantaba el himno mientras lo torturaban.
–¿Un gran dolor?
–Que su muerte no haya sido considerada crimen de lesa humanidad. Fue mi tercera batalla: la judicial. Una larga serie de fallos vergonzosos, vergonzantes e ideologizados. El caso está en el estrado superior: la Corte Suprema. Y si no hay fallo favorable, iré a las cortes internacionales.
–¿Cree en la teoría de que su padre se suicidó?
–Absolutamente no. Está probado.
La primera autopsia dictaminó «muerte por estrangulación». El profesor Paul H. Lewis, experto de la Tulane University, New Orleans, escribió: «Larrabure estaba en medio de un canto cuando sus captores lo estrangularon con un cable y, moribundo, recibió un golpe mortal en el cráneo». Otras opiniones: «Con su salud quebrantada y en el límite de sus fuerzas, es casi imposible que se suicidara».