viernes, 7 de febrero de 2020

“Dejemos el cielo a los pajaritos”. Por Miguel De Lorenzo

Hace algunas semanas, no importa tanto el tiempo,  Francisco manifestó una vez más su disgusto hacia  Trump,  a quien, por  ciertas trabas puestas a la inmigración ilegal no dudó en calificar de Herodes.
Apenas unos días más tarde recibió en el Vaticano,  con indisimulada alegría e inusual abrazo,  a la actual compañera de Alberto Fernández, alegría y abrazo  a pesar que entre las primeras medidas del nuevo gobierno  figuraba actualizar el famoso reglamento abortista.

No  satisfecho con el reglamento,  el mismo Alberto inmediatamente confirma el envío al congreso de la ley del aborto.

A pesar de todo,  a pesar de tratarse del asesinato de innumerables bebés, a pesar de esa demasía del espanto, ninguna voz desde Roma volvió a pronunciar el nombre Herodes…

Extraño.
Porque  entonces ¿si uno merece ser llamado Herodes por limitar la inmigración, al otro, al Fernández que institucionaliza el asesinato de bebés no nacidos, que nombre le correspondería?   Aún más absurdo  resulta el dato que Trump puso en práctica  medidas decisivas  a fin  de restringir el apoyo gubernamental a Planned Parenthood y otras organizaciones abortistas  de EEUU.

A fin de entender la curiosa trama semántica, sería conveniente en este punto acudir al neo  diccionario Papal;  “Herodes: canalla norteamericano, republicano hijo de Antípatro,  empeñado en limitar la inmigración ilegal y en clara oposición al aborto”.

La invitada compañera del presidente,  llegaba  con un presente,  nada menos que un cáliz, el cáliz utilizado en la misa  de Luján.  Y acá nos encontramos con otra sorpresa. Cuando Salvini el ex primer ministro italiano,  en un acto público  mostró un rosario, desde Roma retumbaron tambores y llovieron cascotes multicolores, – se dijo que era inmoral  mostrar un rosario en un acto político –  pero lo que para Salvini fue considerado inmoral, no lo es tanto cuando es el cáliz de la mano de un Fernández.


Sorpresas te da la vida.
Que miles de bebés argentinos mueran por estos reglamentos y estas leyes que vienen  de la mano de los Fernández,  no pesa tanto en los miembros de la CEA  “el aborto importa menos”, de acuerdo a  las palabras del otro Fernández (Tucho) delfín y  amigo papal y actual arzobispo de la Plata.

Si todo este dejar hacer a los abortistas, si todos esos recibimientos con honor y gloria a los que impulsan el aborto, si todos esos simulacros de protesta se cambian por  un lugarcito en no sé qué comisión contra el hambre, si tanta mezquindad es posible en nombre de algo llamado la “Iglesia en salida”, “sinodal”, “de la liberación” etc.etc., no salgan más muchachos,  que cuando salen,  el aire del alma enrarece.

Titulamos la nota con  la conocida frase del marxista B. Brecht, que termina diciendo: “nosotros ocupémonos de las cosas de la tierra”. Lo que tal vez jamás  supuso el ateo furibundo, es que ese sarcasmo en cierto modo sería consigna en el vaticano del siglo XXI.

Superada la conmoción por la reunión de la familia real inglesa, el anuncio de un nuevo cónclave sacude a la opinión pública mundial. Se convino en que el 31 de enero Francisco se encuentre  con uno de sus Fernández predilectos. Será recibido con la hospitalidad más rigurosa, la más propia para un soberano que sabe honrar su palabra y cuidar de su pueblo.

Desconocemos el temario de esta cumbre, aunque entrevemos, con buenas razones, que de sus entrañas bien  podría surgir una renovada  visión de la historia, una feliz antropología, no menos insospechada que luminosa, una política creadora de un mundo apacible y diáfano y feliz, en el que se derramen sobre los hombres los  dones del socialismo liberador.


Sabemos que no es más que un sueño,  pero nos atrevemos a imaginar en la comitiva, a Frederick,  a Hebe,  a Máximo,   a Estela, etc., etc., y aún a Ginés,  ese inquebrantable defensor de la vida y la familia. Se descuenta que Evo, nuestro  refugiado cocalero y el pajarito Maduro  adherirán al encuentro. Ni Massita ni el perro serían de la partida,  por problemas de agenda, claro.

Todo  buen protocolo exige  presentes, de fuentes inobjetables conocemos que se están imprimiendo delicados ejemplares del manual de ESI y  del reglamento abortista, además de la próxima ley. No faltarán como es de rigor,  camisetas de la Cámpora, yerba,  algún que otro mate y por si acaso tarjetas alimentarias para distribuir en la plaza San Pedro.

Y en los primeros días de febrero, en el mismo lugar,  se reunirán representantes del  FMI con los del actual gobierno, con Stigliz, y  el ministro Guzmán ,  sugerido por Roma, todos bajo  la guía apostólica de M Sánchez  Sorondo. Se avanzaría de este modo y en armoniosa confluencia con  el  FMI, la modélica China,  la ONU (“a la que hay que obedecer”),  el Vaticano  y los  Bilderberg   hacia la conformación de un nuevo mundo, tal vez  algo distanciado de Cristo y el Evangelio, pero feliz, plenamente  feliz.

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