domingo, 16 de febrero de 2020

Oximorón. Por Myriam MitreceJuan Pablo Ialorenzi

En la escuela aprendimos que un oxímoron es una figura retórica que consiste en combinar dos conceptos de significado opuesto. En latín una contradictio in terminis. La nieve negra, el fuego frío y el silencio ensordecedor suenan tan esencialmente extraños que solo por un artilugio del lenguaje pueden ir juntos.

¿Católico practicante y abortista?

Para ponernos de acuerdo, vamos a denominar católico practicante -tal como se lo entiende en el habla coloquial- a aquel que siendo bautizado católico, se reconoce como tal y participa de su culto.

Frente a algunas personalidades públicas que afirman pertenecer a este grupo, podemos preguntarnos si es posible compatibilizarlo con la promoción de la legalización del aborto.

El filósofo marxista Antonio Gramsci supo darse cuenta que la lucha de clases debía comenzar desde lo cultural. En lugar de tomar el poder e imponer un cambio de mentalidad, se debía influir en el modo de pensar de las personas y paulatinamente sus ideas llegarían al poder. Imponiendo la inmanencia (en oposición a la trascendencia), las personas necesitarían buscar el paraíso terrenal que promete el comunismo. Desde este enfoque, el principal enemigo es la religión y sobretodo el cristianismo.

El modo de influir sobre los cristianos sería no solo ridiculizar mediáticamente su religión, sino también, mostrar que las ideas comunistas son compatibles con la cosmovisión cristiana.

Las primeras estrategias fueron infiltrarse en la iglesia y mostrar políticos católicos en el partido. Hay varios ejemplos históricos: en el Partido Comunista Español, un sacerdote (posteriormente secularizado) formó parte del Comité Central; el Partido Italiano en 1975 presentó listas con candidatos que se presentaban como católicos y se asoció en el llamado compromesso storico, a la Democracia Cristiana para demostrar una mutua simpatía. Estas estrategias rápidamente fueron utilizadas por el comunismo latinoamericano.
La organización internacional abortista Católicas por el Derecho a Decidir financiada por la IPPF, también busca generar la idea de que el aborto es aceptable para los católicos.

No es posible conocer las intenciones de las personas, pero conciente o inconscientemente, quienes se presentan como católicos abortistas, de alguna manera, apoyan esta finalidad.

QUE ENSEÑA LA IGLESIA

Citaremos algunos textos relevantes del Catecismo de la Iglesia Católica a modo de ejemplo: «La vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la concepción. Desde el primer momento de su existencia, el ser humano debe ver reconocidos sus derechos de persona, entre los cuales está el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida» (2.270).

«La cooperación formal a un aborto constituye una falta grave. La Iglesia sanciona con pena canónica de excomunión este delito contra la vida humana. (…) Con esto la Iglesia no pretende restringir el ámbito de la misericordia; lo que hace es manifestar la gravedad del crimen cometido, el daño irreparable causado al inocente a quien se da muerte, a sus padres y a toda la sociedad» (2.272).

«El derecho inalienable de todo individuo humano inocente a la vida constituye un elemento constitutivo de la sociedad civil y de su legislación: Los derechos inalienables de la persona deben ser reconocidos y respetados por parte de la sociedad civil y de la autoridad política. Estos derechos del hombre no están subordinados ni a los individuos ni a los padres, y tampoco son una concesión de la sociedad o del Estado: pertenecen a la naturaleza humana y son inherentes a la persona en virtud del acto creador que la ha originado. Entre esos derechos fundamentales es preciso recordar a este propósito el derecho de todo ser humano a la vida y a la integridad física desde la concepción hasta la muerte» (2.273). ¿Aún queda alguna duda?

EL CASO DE SANTO TOMAS

Más allá de la claridad de lo planteado, a veces, con intenciones de chicana, se cita a Tomás de Aquino y su teoría sobre la animación retardada -es decir que el alma llega al cuerpo después de unos días de gestación- para afirmar que aún los doctores de la Iglesia estaban a favor del aborto y que la defensa de la vida desde la concepción es un recurso no arraigado al cristianismo temprano.

Primero es necesario comprender cuales eran los conocimientos sobre el embrión humano de Tomás que, aunque santo, era un intelectual que procedía científicamente y por lo tanto aceptaba los datos de los que se disponía en esa época. Hablamos del siglo XIII. Si Tomás hubiera visto las ecografías actuales y los conocimientos de genética de los que hoy se dispone, hubiera descartado su teoría, en ese aspecto.
Desde el siglo primero, la Iglesia ha afirmado la malicia moral de todo aborto provocado. Esta enseñanza no ha cambiado; permanece invariable. «No matarás el embrión mediante el aborto, no darás muerte al recién nacido». (Didajé o instrucción de los doce apóstoles, escritos de la Iglesia primitiva).

Aún así, podrán seguir diciendo «Soy católico y estoy a favor de la legalización del aborto». Pues bien, es posible. Pero sus ideas no son coherentes.

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