En 2016 hubo dos persecuciones a cañonazos a pesqueros chinos que faenaban ilegalmente en el Mar Argentino; en uno de los casos, una de las embarcaciones intentó embestir a la nave de la Prefectura Naval. El incidente concluyó con el potero chino hundido.
En necesario tomar dimensión de lo que ocurrió: un barco que cometía un ilícito dentro del Mar Argentino, al cual el Estado de bandera, o sea el gobierno de China, le subsidia el combustible, intentó colisionar a un barco de las fuerzas de seguridad de la Argentina. Una colisión en alta mar puede provocar hasta el hundimiento de una o ambas embarcaciones, incendios, heridos y hasta víctimas fatales. En otro contexto y si hubiera sido dentro de la ZEE de otro país, la situación hubiera escalado a niveles en los que no se descartarían las posibilidades de un enfrentamiento bélico.
Este incidente es una descarnada muestra de que el problema de la pesca furtiva va mucho más allá del control que pueda ejercer el Estado dentro de su ZEE, sino que es un problema diplomático del más alto nivel que requiere una actuación acorde de parte del Gobierno Argentino. Tal es así que esta situación volverá a ocurrir irremediablemente, porque el gobierno de China sigue subsidiando a su flota pesquera y enviándolos a extraer ilícitamente (robar) los recursos del Mar Argentino.
El rol de los Estados
No hay que olvidar que la flota que depreda el Atlántico Sur está compuesta casi exclusivamente por barcos de cuatro países: Corea del Sur, Taiwán, China y España. Todos ellos subsidiados por su Estado de bandera, o sea, son los Estados, con recursos de los Estados, los que realizan la pesca pirata. Sí, Pirata.
Además de los subsidios que reciben estas empresas, las mismas emplean mano de obra esclava, proveniente de África, Indonesia o Filipinas; son regulares los crímenes y la violación a los derechos humanos a bordo.
Si bien es un poco tarde, es hora de que desde la Cancillería Argentina se comience a trabajar para cambiar esta situación, porque al ritmo que lleva de aumento la flota furtiva, en cinco años serán mil barcos peleando por el último calamar del Atlántico Sur.
Hoja de ruta para funcionarios distraídos
Para comenzar, es fundamental que en la Cumbre Ministerial de la Organización Mundial de Comercio (OMC) el próximo diciembre en Buenos Aires, se logre que para 2020 se prohíban los subsidios a la pesca industrial. Está en la Agenda y es uno de los Objetivos para el Desarrollo Sostenible de la ONU, junto al fin de la pesca IUU.
Por otro lado, es necesario de manera urgente el inicio de un planteo firme a los Estados involucrados, los que subsidian su flota y la envían al Atlántico Sur, y los que brindan apoyo logístico. Es necesario plantear el problema de la pesca en aguas internacionales y buscar una solución definitiva ante la ONU.
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