Junto con el enorme dolor que ha estremecido al país, por la tragedia de marinos argentinos, se encendieron cientos de luces rojas y la sociedad argentina comenzó a hacerse preguntas que debió haberse formulado hace décadas, cuando desde 1983, los presidentes "democráticos", junto a la partidocracia de todos los signos políticos, comenzaron la destrucción de las Fuerzas Armadas de la Nación, hasta el colmo de dejar a la República totalmente indefensa.
Llegará, es inevitable, el tiempo de la rendición de cuentas, del metafórico “pase de facturas”, de la búsqueda implacable de responsables. Y se puede afirmar, casi con la misma certeza, que esa rendición de cuentas se agotará en aquellos que visten uniforme. Por decirlo de alguna manera, sólo rodarán las cabezas que luzcan una gorra blanca con escudo de la Armada.
Ninguna otra cabeza rodará, porque las demás son “de la política” y esas, estimados argentinos, son incombustibles. No se ha inventado aún la guillotina que las alcance y NUNCA se hacen responsables de sus errores y menos pagan sus culpas.
Durante décadas, los que han tripulado y comandado buques de guerra en el mar, tuvieron que luchar contra la apatía, la indolencia y la ignorancia de aquellos políticos que tomaban las decisiones sobre el presupuesto para la Defensa Nacional, presupuesto que se achicaba a valores ridículos año tras año.
Por lo tanto, salir al mar implicó e implica, una dosis a veces sobrehumana de voluntad, de amor por la función de servir a la Nación, de orgullo profesional y hasta de rebeldía contra aquellos políticos ideologizados en contra de las Fuerzas Armadas de la Patria, en una marinera actitud de entereza y de que “no nos van a quebrar”.
Los marinos aprendieron a suplir la falta de recursos con creatividad: pedirle equipos o repuestos al buque de al lado, conseguir una reparación de última hora en los talleres, extremar la imaginación para resolver con ideas aquellos problemas que sólo se resuelven con adecuados recursos materiales y finalmente por qué no, atar con alambre y rezar a la Patrona del Mar la Virgen Stella Maris, para que los proteja. En síntesis, asumir riesgos nunca irresponsables, pero sujetos a un juicio profesional tensado al extremo.
Así se formaron los marinos argentinos en las últimas décadas, soportando y tratando de sobrevivir a la inepta y en ocasiones corrupta partidocracia, porque era la única manera de ejercer dignamente la profesión. De hecho, esta creatividad voluntariosa y a veces voluntarista, pasó a ser uno de los atributos más valorados en el joven oficial o suboficial de la Armada Argentina.
Simplemente, los funcionarios de todos los niveles, en la boca de sus dirigentes políticos, neciamente decían y dicen:" LA ARGENTINA NO TIENE HIPÓTESIS DE CONFLICTO NI AMENAZAS EXTERNAS ", a pesar de estar todas las islas del Atlántico Sur, (Georgias, Sandwich y Malvinas), usurpadas por una potencia extranjera con pretensiones sobre nuestra Antártida y también sobre nuestra Patagonia, (han existido mapas ingleses donde figura media Patagonia Argentina como: " DEPENDENCIA DE LAS FALKLAND "), y hasta el día de hoy el inmenso MAR ARGENTINO, con riquezas incalculables de peces, petróleo y nódulos polimetálicos, es depredado ilegalmente por miles de buques extranjeros, la brutal irresponsabilidad de los políticos, no asignó ni asigna un papel relevante a las Fuerzas Armadas, de hecho de los 19 ministros de defensa de la "democracia" de los últimos 34 años, NINGUNO ha sido ni es especialista en temas de la DEFENSA NACIONAL, ( han ocupado la cartera de la Defensa Nacional, abogados, periodistas, médicos, ingenieros agrónomos, una terrorista montonera, etc, etc.), en consecuenciaNUNCA hubo respaldo profesional ni presupuestario y en definitiva la opción de los marinos fue: asumir los riesgos o caer en una parálisis definitiva.
Esta situación ha sido más extrema en los medios de más riesgosa operación: aviones y submarinos. Aviadores navales y Submarinistas fueron más estrictos, porque sus vidas estaban en juego de modo mucho más evidente e inmediato.
Los marinos debieron haberse dado cuenta solos. Debieron haber parado la pelota. Pero no lo hicieron.
Porque estaban seguros de que si paraban no volverían a arrancar. Y por la profundamente triste idea de que a la sociedad argentina no le importaría demasiado la desaparición de las Fuerzas Armadas y la desprotección casi total del territorio y las fronteras, terrestre, aérea y marítima, que hoy son un verdadero colador para todo lo ilícito: narcotráfico, contrabando, trata de personas, etc.
Esta situación penosa se extendió durante décadas, por razones presupuestarias se ha llegado a limitar a unos pocos días al año, la presencia de la FLOTA DE MAR en el Mar Argentino, mar cuya superficie supera los 4.000.000 de kilómetros cuadrados, duplicando a la terrestre, fueron radiados y sacados de servicio sin reemplazo alguno: el portaaviones 25 de Mayo, Cazaminas y Barreminas, Buque de Desembarco de Infantería de Marina, Aviones Navales de Patrulla Marítima y de Ataque, se llevaron paulatinamente los salarios militares a valores ridículos, etc, etc. No ocurrió sólo durante algún gobierno en particular, sucedió en todos desde el año 1983, aunque resulta evidente que algunas gestiones castigaron más que otras a la DEFENSA NACIONAL
Alternativamente los servidores de la defensa de la Patria, han sido llamados despectivamente “la cuestión militar” o en el otro extremo “los milicos represores”, de los cuales vengarse a perpetuidad. Además permanentemente en estas últimas décadas, la politiquería consideró a las Fuerzas Armadas de la República, una espina molesta y un gasto en lugar de una inversión para la DEFENSA DEL PAÍS, los políticos solamente actuaron con especulaciones electoralistas y demagógicas en cada gobierno de turno.
Las Fuerzas Armadas de la República han sido consideradas por la partidocracia, una especie de pariente inoportuno, del que hasta ahora los "políticos" no se han podido deshacer, aunque se puede afirmar que han logrado llevar alInstrumento Militar Argentino al borde de la extinción.
Es una realidad concreta, que más del 90% del personal naval, inició su carrera después de la restauración democrática, pero la renovación vegetativa no importa mucho, cuando la desconfianza es virtualmente innata y existe por el simple hecho de que los militares tratan fervientemente de SER LO QUE QUIEREN SER: SERVIDORES DE LA DEFENSA NACIONAL, DANDO LA VIDA SI ELLO FUERA NECESARIO.
Ahora ya está, la Patria perdió un submarino con 44 almas a bordo.
Lo más doloroso es la pérdida de jóvenes vidas, ciertamente. Pero las insinuaciones acerca de la irresponsabilidad implícita en la operación de un buque en condiciones precarias es muy dolorosa, porque es esencialmente injusta. Lo es para quienes conocen el enorme esfuerzo, cariño y compromiso con que ellos llevaron adelante su vocación.
Ahora ya está. Seguramente la decisión de parar la pelota no será tomada por militares, pero será tomada.
Seguramente las tareas que se le pueden “vender a la sociedad” como las Campañas Antárticas y las Misiones de Paz continuarán su curso, pero las actividades de adiestramiento relacionadas estrictamente con la DEFENSA DE NUESTRO TERRITORIO, NUESTRO MAR Y NUESTRO CIELO, seguirán severamente cuestionadas y privadas de los mínimos recursos necesarios como hasta ahora, como una especial atención al usurpador británico de nuestro mar e islas australes.
Los políticos pondrán la lupa sobre la tragedia del submarino San Juan, ellos hacen las preguntas, pero no tienen el tiempo ni el interés de dar respuestas y menos para escuchar los requerimientos de los profesionales del mar, para dar solución a las graves falencias existentes.
Como se ha afirmado en los primeros párrafos, esta tragedia es de todos, aunque la responsabilidad sólo recaiga en algunos. Sería justo pedirle rendición de cuentas a todos esos responsables, pero eso no va a ocurrir, porque implicaría el reconocimiento de penosas, negligentes y tendenciosas omisiones, que nuestros ineptos y demagógicos dirigentes políticos no están dispuestos a asumir y que NUNCA asumieron, pues han llegado al colmo de estar ocupando bancas en el Congreso Nacional, pesando sobre ellos condenas o procesos por delitos cometidos durante sus gestiones al frente de organismos del Estado, incluidos entre otros aberrantes delitos, la voladura de la Fábrica Militar de Río Tercero para ocultar un contrabando de armas en perjuicio del Ejército Argentino.
Cuando durante la carrera de un militar, éste comete un error severo, sucede algo especial: ese hombre pierde su profesión definitivamente, sin vuelta atrás. Pasa también con policías y gendarmes. No ocurre lo mismo con la gran mayoría de las profesiones y definitivamente no ocurre lo mismo con los que ejercen la política en la Argentina..
Esto no es una crítica ni una queja, es un dato de la realidad. A los militares los matan con una sola bala, y muchas veces “por las dudas”. Y eso es lo que va a ocurrir ahora, ya empezó a ocurrir.
Durante el último mes de pesadilla que han vivido los argentinos, en particular los marinos, se produjeron “fricciones” entre militares y políticos, porqué ocurren? .Porque los militares piensan de manera distinta, con su propia estructura de valores, ideales y objetivos, que no son otros que la defensa de la Patria.
La ética profesional militar, impone, por ejemplo, pedir al Comandante su relevo, si el buque que comanda sufre una varadura, colisión o incidente grave. Después se verá si es culpable, pero la responsabilidad militar exige el proverbial “paso al costado” aunque sea provisorio.
No se puede esperar este tipo de actitudes de un dirigente político, él sirve a su país desde una visión totalmente diferente y renacen de sus errores una y otra vez, volviendo a ocupar cargos de alta responsabilidad luego de los errores cometidos.
Sin embargo, esas diferencias son muy dolorosas, por ejemplo cuando los políticos que no asignan los recursos suficientes para operar y saben fehacientemente que no los han dado, miran sorprendidos y preguntan con indignación e hipocresía, “Cómo pudo haber pasado esto?”
No hay mejor defensa que enojarse con el responsable más inmediato, pero eso no exime a nadie de su propia responsabilidad.
Ahora, nuestros dirigentes políticos se abocarán a la redituable tarea de “establecer responsabilidades”, habría que preguntarles si van a ir a buscar a su casa a los Ministros de Defensa de los últimos treinta y cuatro años, si van a cuestionarse aunque sea frente al espejo, sus propias decisiones o la falta de ellas.
No va a ocurrir, es obvio, para qué, si hay una pila de tipos de uniforme que deben dar explicaciones. Con eso alcanza, con eso calman la indignación de la gente, a lo sumo, habrá alguna mención crítica a administraciones pasadas, las que de todos modos negarán con desparpajo los cargos.
Este último mes ha sido penoso para todos los marinos argentinos, pero especialmente para aquellos que aspiran a continuar con su incipiente carrera. Su futuro es incierto y lo saben.
Estos jóvenes son camaradas y a veces amigos entrañables de los tripulantes del Submarino A.R.A “San Juan”., el dolor de la familia naval, no se circunscribe a la pérdida de un ser querido, les duele que se cuestione implícitamente la aptitud operativa del fruto de sus desvelos: los camaradas y el buque que perdieron, seguramente pese a los más denodados esfuerzos de los 44 mártires tripulantes del submarino perdido..
Voces tan estridentes como ignorantes hablan hoy con equívoca solvencia de conceptos técnicos que lleva una vida comprender. Fueron directores técnicos hace dos meses, peritos forenses el mes pasado y submarinistas avezados hoy. Es inevitable, pero doloroso, especialmente cuando desde un micrófono cuestionan aptitudes profesionales que no están ni remotamente capacitados para evaluar.
Castiguemos a los culpables, está bien, aunque sólo sea a algunos. Si no podemos castigar a los que deberíamos, al menos hagámoslo con aquellos más fácilmente castigables.
Pero después, cuando se aplaquen los ánimos y se curen los dolores del alma, sepamos que pese a las adversidades, pese a la injusticia de pretender que los marinos carguen ellos solos con los errores de la dirigencia política desde hace treinta y cuatro años, pese a la indolencia y la apatía de una sociedad que debería velar por ellos, sigue habiendo jóvenes argentinos cuya principal aspiración es: DEFENDER LA PATRIA ARGENTINA EN EL MAR, esos más de 4.000.000 de kilómetros cuadrados, que hoy son presa de la depredación extranjera, más alla que la totalidad de los dirigentes políticos, siguen insistiendo en que el país NO TIENE HIPÓTESIS DE CONFLICTO.
En esta Noche Buena, recemos todas las personas de buena Fe, para que el Niño Dios nacido en Belén, bendiga plenamente a los 44 mártires del A.R.A. "San Juan" y les de el descanso eterno.
VIVA LA PATRIA
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