jueves, 11 de junio de 2020

¿Cómo Argentina pasó de ser el país más rico del mundo a uno de los mas empobrecidos?

El peronismo dio inicio a una era de enorme gasto público y proteccionismo económico extremo en Argentina. (Archivo).


El peronismo sumió a la economía argentina en una ola de proteccionismo nacional socialista que ha ido arruinando la iniciativa privada.

A finales del siglo XIX Argentina era el país más rico del mundo. No se trataba de que fuera una economía grande para la región. Era, con todas las letras,
el país más poderoso del planeta, en términos económicos, por encima de Estados Unidos, Alemania, Reino Unido y las potencias habituales. Durante ese tiempo, en la capital argentina se construyeron todo tipo de monumentos y edificios que hoy siguen adornando la que es, por mucho, la ciudad más hermosa y con la arquitectura más fascinante de América Latina, a pesar de que el socialismo implementado desde hace décadas ya ha comenzado a deteriorar el paisaje visual de Buenos Aires.

Para el año 1895 Argentina tenía un PIB per cápita de 5 786 dólares, seguido por Estados Unidos y Bélgica en tercer lugar.


Pero ¿qué pasó? ¿Cómo la economía argentina pasó de ser la más rica del mundo, al desastroso estado de la actualidad con una deuda externa impagable y un nivel de pobreza de alrededor del cincuenta por ciento, (según datos aportados por Bloomberg), muy cerca de Venezuela? La respuesta es sencilla: un proteccionismo exacerbado, acompañado de una
buena dosis de gasto público, demagogia populista, estatización y corrupción de muchos dirigentes políticos y de la justicia.

En aquella época, Argentina tenía una economía manejada por verdaderos estadistas que llevaban a cabo una verdadera planificación estratégica del gobierno de la Nación, materializada en planes de corto, mediano y largo plazo a cumplir por los sucesivos gobiernos.

Debe tenerse en cuenta que al asumir en 1869 su presidencia Sarmiento, ordenó el primer censo nacional, con especial énfasis en determinar no solamente la cantidad de habitantes, sino fundamentalmente el grado de alfabetización de la población, este primer censo determinó que en el extenso y rico territorio argentino, había algo más de un millón y medio de habitantes y lo más grave: más del noventa por ciento era analfabeto.

Como consecuencia de esta muy grave realidad, el presidente ordenó enfáticamente construir escuelas, escuelas, escuelas y en el período presidencial de seis años, se construyeron más de mil quinientos establecimientos educativos, paralelamente se incentivó el  ingreso al país de maestros y educadores de prestigio internacional, estas extraordinarias e importantes medidas lograron que la República Argentina lograra en pocos años, ser el país con mayor grado de alfabetización de toda América e incluso de muchos países de Europa.
Además  como consecuencia del primer censo y ante la realidad de un país con la mayor parte de su territorio deshabitado, la estrategia de los sucesivos gobiernos fomentó enérgicamente la inmigración más amplia posible, fue tal la cantidad de inmigrantes que se debió construir el llamado Hotel de Inmigrantes que aún sobrevive el viejo edificio en la zona de Retiro, enorme hotel para los extranjeros recién llegados para alojarlos hasta que estos se establecieran en las distintas localidades de la Patria.

Estas verdaderas Políticas de Estado, permitieron que en la Argentina, con el aporte de conocimientos de la inmigración de muchos países, mayoritariamente italiana y española, se comenzara a trabajar el campo y a exportar en grandes cantidades, productos agropecuarios a todo el mundo.

El presidente Julio Argentino Roca fue quizás el mayor artífice del crecimiento económico argentino. En su primer mandato se produjo una expansión de la tierra, el trabajo y el capital debido a la inmigración que fue bien aprovechada, con el otorgamiento de tierras disponibles. En aquel entonces la lana de oveja era uno de los principales productos de exportación, y poco a poco la carne argentina fue ganando espacio y una enorme reputación en los mercados internacionales.

Bajo el mandato de Roca se produjo la llamada Conquista del Desierto, que recuperó el control de millones de hectáreas de la actual Patagonia,  que estaban siendo invadidas por malones de araucanos, (posteriormente se autodenominaron Mapuches), provenientes del otro lado de los Andes y que no sólo robaban ganado sino que atacaban ferozmente a los verdaderos nativos originarios del sur argentino, los Tehuelches.

Hay que tener especialmente en cuenta también, que la pérfida Albión llegó a publicar mapas  en el siglo diecinueve, en los cuales casi toda la Patagonia Argentina figuraba como dependencia de las Malvinas, denominadas por los invasores y usurpadores ingleses como Falklands.

Todas las extensas tierras recuperadas en la Patagonia, posteriormente serían aprovechadas para fortalecer e incrementar la producción y, por ende, la economía del país. Durante ese período, en la economía de la Pampa se pasó de cultivar unos 2 millones de hectáreas, a más de 20 millones; la producción de carne y granos también aumentó exponencialmente y, de a poco, Argentina, vendiendo al exterior sus productos, se convirtió en el país más rico del planeta. Tal era así que para ese entonces el PIB per cápita argentino era tres veces superior al del resto de países de una región subdesarrollada.

Luego de unos años con algunos reveses económicos bajo la administración del sucesor de Roca, Miguel Juárez, quién cayó en el vicio del enorme gasto público, el ex mandatario de apellido “Argentino” volvió a la presidencia tras protestas por la afectación de la economía. Entonces se volvió a encaminar el rumbo.


Mediante privatizaciones, exportaciones e incentivos a la producción y al agro, la economía argentina volvió a ponerse sobre ruedas. Un par de años después se convirtió en el país más rico del mundo. Empezó entonces el proceso de industrialización de la Nación, que en 1914 representaba el 16 % del PIB.

Argentina fue, además, un ejemplo exitoso de inclusión migrante: italianos, judíos, portugueses, alemanes, españoles, polacos, rusos, etc, conformaron una gran ola inmigratoria. Varios de estos llegaron con capital para invertir, lo que repercutió de manera favorable en el país. Entre 1870 y 1920 más del 70 % de la inversión extranjera en la región llegó a Argentina.

Sin embargo, la Primera Guerra Mundial y la Gran Depresión norteamericana afectaron a la economía argentina debido a que sus principales socios comerciales perdieron capacidad de pago. El 1 de mayo de 1933 se firma el desventajoso Pacto Roca-Runciman, que establecía que el Reino Unido se comprometía a continuar comprando carnes argentinas siempre que su precio fuera menor al de los demás proveedores mundiales. Como contraparte, Argentina aceptó inexplicablemente la liberación de impuestos para productos británicos, al mismo tiempo que se comprometió a no habilitar frigoríficos de capitales nacionales.
A pesar de estos acontecimientos, al comenzar la Segunda Guerra Mundial, Argentina había alcanzado un excedente comercial de 1,7 mil millones de dólares acumulados. Entonces llegó al poder el sujeto que cambiaría para siempre la historia de Argentina: Juan Domingo Perón.
                                                                 Juan Domingo Perón en su primer mandato


El teniente coronel Perón, (sus posteriores ascensos militares hasta el máximo de Teniente General), se le otorgaron cumpliendo el causante tareas políticas y sin haber desempeñado ningún cargo o comando militar, se hinchó de popularidad al ejercer como secretario de Trabajo y Previsión, haciendo nexos con los sindicatos de trabajadores socialistas y comunistas del país, y consiguiendo negociaciones que “favorecían” a los empleados. La popularidad de Perón fue creciendo hasta llegar a convertirse en vicepresidente, y luego ser electo presidente de Argentina.

La primera etapa peronista se caracterizó por mantener un exacerbado gasto público que justificaba con “redistribuir el ingreso hacia los más pobres” y empezar a intervenir con fuerza en la economía.

Juan Domingo Perón empezó a imponer fuertes aranceles. De hecho, los cuatro principios fundamentales de su discurso fueron: “mercado interno”, “nacionalismo económico”, “rol preponderante del Estado” y “papel central de la industria”. Bajo estas premisas procedió, en 1946, a nacionalizar el Banco Central de Argentina y creó la Junta Nacional de Granos y el Instituto Argentino de Promoción al Intercambio, (IAPI), organismos manejados políticamente y que obligaban a todos los productores agropecuarios a venderle la producción al precio que el gobierno decidiera, la acumulación de todo lo producido, luego era exportada por el estado, a partir de esta medida se derrumbó la producción del hasta entonces llamado granero del mundo.

 También fueron estatizadas, entre 1946 y 1948, todas las líneas férreas del país que estaban concesionadas a empresas británicas y francesas, a pesar de que faltaban pocos años para la finalización de las concesiones, por esta innecesaria “nacionalización”, Perón le condonó al pirata inglés la millonaria deuda en libras esterlinas que había contraído por todos los productos del campo que había importado durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial.

Empezó a construir un discurso populista de índole nacionalsocialista, inspirado en los tiempos que vivió de cerca el fascismo de Mussolini en Italia y el nazismo alemán de Hitler. De hecho, Argentina fue acusada durante la era Perón de recibir y hacer negocios con los nazis. Bajo estos “principios económicos” también se lanzaron las
“20 verdades peronistas”, que se convirtieron en mandamientos bíblicos para gran parte de los argentinos. Algunas de las “verdades” más preponderantes en su Gobierno eran las siguientes:

Ningún peronista debe sentirse más de lo que es ni menos de lo que debe ser. Cuando un peronista comienza a sentirse más de lo que es, empieza a convertirse en oligarca.

Para un peronista de bien no puede haber nada mejor que otro peronista.

Los dos brazos del peronismo son la justicia social y la ayuda social. Con ellos, damos al pueblo un abrazo de justicia y amor
.

Como doctrina económica, el justicialismo realiza la economía social, poniendo el capital al servicio de la economía y ésta al servicio del bienestar social.

Constituimos un gobierno centralizado, un Estado organizado y un pueblo libre.

Cuando Perón asumió como presidente en 1946, había aproximadamente quinientos mil trabajadores agremiados. En 1951 esta cifra se había elevado a tres millones.


De esta forma se inició la gran debacle económica argentina. Los factores domésticos impulsados por Perón, impresión descontrolada de billetes, alto gasto público, inflación excesiva, proteccionismo elevado y un exceso de regulaciones, fueron dañando la competencia empresarial de la Nación, pulverizando los márgenes de producción y derrumbando la bonanza económica, a cambio de una “redistribución de los ingresos”. Los argentinos empezaron a empobrecerse, pero tenían al frente a un hombre que les decía que estaba luchando por ellos. Algo muy similar a lo que haría años después Hugo Chávez en Venezuela.


Los problemas económicos suscitados en Argentina tras ser la economía más pujante del planeta, junto a desencuentros de Perón con la Iglesia, censuras comunicacionales a la “oposición” y la violación de derechos humanos, propiciaron el golpe de Estado que lo sacaría del poder y llevaría al exilio en 1955.

Desafortunadamente, para los argentinos, los militares que vinieron a sustituir a Perón no lo hicieron mucho mejor. Estos vendrían a ser la versión de Macri del siglo pasado.

La falta de verdaderos estadistas y el consecuente Planeamiento Estratégico de Gobierno, con los respectivos Planes de Corto, Mediano y Largo plazo, planes que aprobados por ambas cámaras del Congreso Nacional, se constituyeran en POLÍTICAS DE ESTADO, de cumplimiento obligatorio para los sucesivos gobiernos, esta grave falencia sumada a una especie de fiebre peronista que afectó a gran parte de la población provocó permanentemente, un gasto público descontrolado, que continuó endeudando al país y enterrando la economía argentina. Todo esto serviría de impulso para que 18 años después Perón volviera del exilio para ser electo presidente.

Curiosamente, con la llegada de un Perón envejecido, se suscitó un enfrentamiento armado en los alrededores del aeropuerto de Ezeiza, entre una guerrilla comunista y una guerrilla de derecha, ambas apoyaban a Juan Domingo Perón. Por esta desnaturalización ideológica en la que grupos tan contrarios apoyaban al peronismo, es que se dice que “todos los argentinos son peronistas”

. El enfrentamiento terminó convertido en una masacre que dejó una gran cantidad de muertos. Finalmente Perón a pesar de declararse socialista, daría la espalda a la guerrilla comunista que había alentado y apoyado desde su exilio en España, lo que da a entender lo difícil que ha sido comprender el peronismo, y, a su vez, lo hábil, astuto e inescrupuloso, que fue el teniente coronel para sumar los apoyos más convenientes.

Al poco tiempo Perón murió enfermo. Su regreso triunfal no tuvo la gloria tan esperada para los argentinos, y le sucedió en la Presidencia su esposa, María Estela Martínez de Perón, quien fungía como vicepresidente de Argentina, pero quién jamás logró el total apoyo de un peronismo dividido entre la extrema izquierda de los terroristas guerrilleros subversivos de Montoneros, aliados a otras organizaciones marxistas como el Ejército Revolucionario del Pueblo, (ERP), etc, organizaciones armadas ilegales que asesinaban a sindicalistas, diplomáticos, jueces, empresarios, policías, militares, tomaban comisarías, cuarteles militares, etc, a tal punto que sobrepasadas todas las fuerzas de Seguridad, el gobierno peronista constitucional promulgó el decreto “ SECRETO” número 261/75 del año 1975, por el cual se ordenaba a las Fuerzas Armadas de la Nación: “aniquilar el accionar subversivo”.

María Estela no pudo terminar su mandato, y en vez de ello volvieron los militares al poder, quienes, fueron rechazados, y se abrieron las puertas a las nuevas décadas peronistas de Argentina. Desde entonces Macri ha sido el único presidente no peronista electo capaz de terminar su mandato. Pero el “no peronista” debe ir entrecomillado, pues en más de una ocasión se pudo escuchar a Macri alabar en público a Juan Domingo.

De todos los presidentes que vendrían, Carlos Menem fue el único que intentó abrir el mercado argentino y romper el cerco proteccionista. Pero lo hizo acompañado de un enorme gasto público y políticas populistas y gran corrupción, al más fiel estilo peronista, por lo que nunca pudo balancear el patrimonio público argentino.

La maquinita de imprimir billetes, el proteccionismo exacerbado y el enorme gasto público, típico de gobiernos socialistas, han sido la guillotina de la economía argentina desde el primer Gobierno de Perón. Después llegaron los Kirchner, quienes también se denominan peronistas, pero más a la izquierda, y el populismo no paró.

El resultado: en la actualidad Argentina es una de las peores economías del mundo, con una población con un nivel de pobreza de alrededor del cincuenta por ciento y con dirigentes políticos, sindicalistas y jueces procesados y/o condenados por corrupción, algunos de los cuales actualmente ejercen importantes cargos públicos, uno de otros muchos ejemplos similares:  Menem va por su tercer período como senador nacional por La Rioja y está condenado por contrabando de armas e imputado por la voladura de la Fábrica Militar de Río Tercero, la que fue volada intencionalmente para ocultar las pruebas del armamento sustraído.



Hoy en día, y a pesar de su lejana muerte, Juan Domingo Perón sigue gobernando los designios de los argentinos. Esto se debe en gran parte a un adoctrinamiento feroz. Es sencillo caminar por las ciudades argentinas y encontrarse con plazas, calles, avenidas, estaciones que lleven el nombre de Perón, al que ahora se suma el apellido Kirchner, quienes parecieran estar dispuestos a iniciar una nueva hegemonía política en el país. No en vano el edificio de Correo Central de Buenos Aires, uno de los más hermosos en el país, fue rebautizado como Centro Cultural Kirchner, y así han ido de a poco adueñándose del presente y el futuro argentino a través de los nefastos símbolos que hicieron retroceder a la Argentina de los primeros lugares en las economías del mundo, a uno de los últimos.
Centro Cultural Kirchner, edificio que fuera en el pasado la sede del Correo Central de Buenos Aires; patrimonio público rebautizado con el apellido Kirchner


Primero fue Néstor, después Crisitna y ahora Máximo, el hijo de la pareja presidencial, quien ya suena a aspirante a la Casa Rosada. De hecho, el actual presidente electo de Argentina, Alberto Fernández, ya lo auspició diciendo: “Ojalá Máximo Kirchner sea el próximo presidente”.

Y sí, Buenos Aires sigue siendo hermosa, de ensueño, pero esto se debe a las gestiones de Roca, la planificación y las construcciones de inicios del siglo pasado, después, la ciudad y el resto del país entraron en el letargo embrujado del socialismo peronista que ha convertido a la Argentina en un país que vive de las glorias del pasado y se la pasa sumergido en una crisis constante y dinámica desde hace décadas.

La historia argentina es muy triste y lamentable, quizás solo superada por la catastrófica historia política y económica venezolana. Pero esa ya es otra historia.


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