viernes, 22 de junio de 2018

Los viajes del Almirante:París y su isla “maldita”


París y su isla “maldita”

#PorQuéParís
La concentración de historia por metro cuadrado debe ser una de las más altas en estas 17 hectáreas,
 en el corazón de París. Alberga monumentos medievales únicos y dos de las más grandes bellezas de
 Francia: la catedral de Notre Dame y la Sainte Chapelle. Pero también fue escenario de momentos 
impactantes de la historia de Francia. Personalmente elijo uno, gracias a un libro fascinante. Nadie que
 lo haya leído, se resiste luego a la tentación de ir a ese extremo de la isla de la Cité desde el cual el
 último jefe templario lanzó al rey de Francia una maldición que no tardaría en cumplirse…




















Poco rastro queda hoy de lo que fue un patíbulo en la Edad Media. En un islote llamado “isla de los
 judíos”, hoy anexado a la de la Cité, ardían en la hoguera los condenados y herejes y todo aquel que se
opusiese a la autoridad real.






















Así se ve hoy la Isla de los Judíos en un extremo de la isla de la Cité
Para Felipe El Hermoso, llamado “el rey de Hierro” por su dureza, el poder templario era una amenaza y
 decidió ponerle fin: se alió en ello con el Papa Clemente V y logró que éste prestara oídos a acusaciones
 de herejía y corrupción contra la Orden de los Caballeros del Templo (los templarios) y abriera una
 investigación. El rey ordenó entonces la expropiación de todos los bienes de los templarios y una
implacable persecución contra sus miembros.

El Rey de Hierro
Felipe IV de Francia o Felipe el Hermoso (1285-1314)
Jacques de Molay, el último gran maestre de la Orden, fue arrestado a traición el 14 de septiembre en
1307 en París y obligado a una falsa confesión bajo tortura de la cual se desdijo luego ante dos enviados
 del Papa.
La orden fue oficialmente suspendida en 1312 por un decreto papal. Tres años después, en marzo de
 1314, los altos dignatarios de la orden, Jacques de Molay, Hugues de Pairaud, Geoffroy de Charnay y
 Geoffroy de Gonneville, fueron condenados a prisión perpetua.

Retrato imaginario de Jacques de Molay
Ante esto, los cuatro se retractaron oficialmente de todo lo que habían confesado y desafiaron al Rey y al
Papa. Eso permitió a Felipe enviarlos a la hoguera. El 18 de marzo de 1314, Jacques de Molay y 
Geoffroy de Charnay, fueron llevados a la isla de los Judíos y ejecutados.
Un testigo relató: “El maestre, cuando vio el fuego cerca, se desvistió y se quedó desnudo bajo su camisa…
No tembló en ningún momento (…). Lo tomaron para atarlo al poste, y él, sonriente y feliz, se dejó hacer.
Le ataron las manos, pero él les dijo: ‘Dios sabe quien tiene culpa y ha pecado, y la desgracia se abatirá 
pronto sobre quienes nos condenan erradamente. Dios vengará nuestra muerte. Señor sepa que, en
verdad, todos los que están en contra nuestra por nosotros deberán sufrir”.

Gérard Depardieu en el rol de Jacques de Molay
(miniserie rodada en 2005)
Varios hechos posteriores confirmaron lo que pasó a llamarse “la maldición del templo”: el Papa Clemente
 V murió el 20 de abril de 1314, posiblemente por un cáncer de intestino; el propio rey Felipe falleció el
29 de noviembre de 1314, a los 47 años a consecuencia de una caída de caballo que le produjo una
hemorragia cerebral. Varios inquisidores y perseguidores de la orden también tuvieron finales trágicos.
Con esta historia como punto de partida, el escritor francés Maurice Druon (1918-2009) construyó una
saga maravillosa, llamada Los Reyes Malditos, escrita entre 1955 y 1977, mucho antes de que la novela
histórica se pusiese de moda como lo está en estos momentos. Es el relato del fin de la dinastía de los
 Capetos que se extingue en 14 años luego de tres siglos de reinado.













Maurice Druon
No dejen de leerlos. Son 7 libros que se consumen con la misma pasión que una miniserie. La
reconstrucción de época es impactante y tan sugestiva que se tiene la sensación de ser testigo de los
acontecimientos. Se puede leer cada tomo por separado pero no lo recomiendo. Además, después del
primero, es imposible parar.
En Argentina se reeditaron hace unos años, de modo que no es difícil conseguirlos. Hubo incluso una 
edición de bolsillo y una caja conteniendo los 7 libros. Un regalo espectacular para las fiestas. Un
 amigo con el que me escribo frecuentemente (por mail), y al que le regalé una edición en francés en un
solo tomo, dejó de enviarme correos electrónicos y no respondía a mis mensajes. Me inquieté. Cuando
finalmente logré ubicarlo telefónicamente, me dijo: “Empecé a leer el libro que me regalaste: hace varios
días que no salgo, no prendo la computadora, no hablo con nadie, sólo leo Los Reyes MalditosEs una 
droga… hasta que no termine no puedo hacer otra cosa”.
En esta saga, Druon mezcló realidad con ficción, historia con literatura, intriga policial con filosofía… es
muy profundo y, además de escribir muy bien y construir una trama que atrapa aunque se conozca el
desenlace, también nos brinda un manual de política y una pintura de la naturaleza humana: están todos
los biotipos con los que podemos cruzarnos en la vida brillantemente descriptos. Cuando el libro se 
termina, nos invade la soledad y la melancolía. ¿Qué voy a leer ahora?…

El escritor Maurice Druon en los años 50
Nadie que haya leído el libro, y tenga luego la posibilidad de ir a París, se resiste a la tentación de ir a la
 antigua Isla de los Judíos y detenerse un momento frente a la placa que recuerda el martirio de 
Jacques de Molay













La placa que recuerda al Gran Maestre de los Templarios
en el sitio donde fue quemado
En aquellos tiempos, la soberbia catedral de Notre Dame estaba casi terminada (la piedra fundacional
se había puesto en 1163 y la obra tomó 170 años) y es posible que su silueta monumental haya sido una de las últimas cosas que vio el gran maestre antes de morir.

Adelante, la Conciergerie
Detrás, Notre Dame
También existía ya la Sainte Chapelle  (Santa Capilla), un santuario construido por orden de Luis IX (San
 Luis) para albergar reliquias como la corona de espinas de Cristo y un trozo de la cruz.

Los vitrales de la Sainte Chapelle, en la sala alta
Es una capilla construida en dos niveles, una planta baja para los siervos y una alta para nobles y
realeza. Si van en invierno, en esa sala superior, famosa por sus vitrales, no podrán evitar pensar en lo
 dura que sería la vida en tiempos medievales, ya que el frío hiela los huesos.

La sala baja de la Sainte Chapelle
El Palacio de Justicia, en cuyo interior está encerrada la Santa Capilla, ocupa el emplazamiento del antiguo
Palacio de los Capetos, y la Conciergerie, uno de los edificios más imponentes (para mí uno de los
más lindos e impactantes, sobre todo cuando se piensa en su antigüedad), era la parte norte de aquel
palacio y fue construida entre los siglos XIII y XIV.

La Conciergerie
Desde entonces, sus torres hicieron las veces de prisión y es famosa por haber albergado a varios
célebres prisionerosen los días previos a su paso por la guillotina en los tiempos de la Revolución 
Francesa: Danton, Saint-Just, Desmoulins y la propia reina, María Antonieta.
































Las torres de la Conciergerie
La visita a la isla de la Cité es una de las cosas más placenteras que puede hacerse en la capital francesa.
 Y si se tiene poco tiempo, debe ser prioridad. Ese fue el centro político y religioso de la ciudad durante
 siglos, pero también su cuna. Allí la tribu celta de los parisii fundó la aldea que más tarde los romanos llamaron Lutecia y que finalmente recibió el nombre de París.
Pero la finalidad de este post es invitarlos a otro viaje, tanto o más placentero: el que, de la mano de 
Maurice Druon, nos lleva por una aventura humana impresionante, con magia y realismo a la vez.

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