Estatua de la Santísima Virgen María exhibida sacrílegamente en instalaciones de la ex Escuela de Mecánica de la Armada con el pañuelo abortista y el signo de las madres de los terroristas abatidos durante la guerra interna de los años 70.
En plena Cuaresma Católica, el pasado sábado 20 (Sábado de Gloria), algunos medios reprodujeron declaraciones del presbítero Marcó, quien manifestó con razón que,
“…. muchos católicos difícilmente volverán a votar en favor de Macri en la próximas elecciones de octubre”….
Se suma a este verdadero sacrilegio, que afecta gravemente a todos los católicos argentinos, la desilusión generalizada por la situación económico-social, la enorme inflación, el desempleo, la pobreza creciente, la inseguridad que se ha adueñado de las calles de todo el país, el narcotráfico, el endeudamiento externo, etc.
Tamaño sacrilegio y ofensa, se ha concretado en un predio propiedad del Estado Nacional y donde tienen su asiento las autoridades que dicen defender los “Derechos Humanos”.
El repudio de los creyentes ha sido generalizado y en particular en los sectores de personas de mayor militancia católica, quienes es muy posible que hayan votado anteriormente a la alianza “Cambiemos” que preside Mauricio Macri.
El gobierno de Macri, viene impulsando desde hace más de un año, la campaña a favor de la ley del “Aborto voluntario y gratuito”, crimen de inocentes que son seres vivos desde el mismo instante de la concepción, como lo establece la Constitución Nacional.
Este impulso de la Casa Rosada a una ley contra la vida, afecta y ofende gravemente a las convicciones de distintas confesiones además del catolicismo, (es de destacar la gran movilización de los evangélicos en defensa de la vida, cuando el macrismo intentó aprobar la ley en el Congreso Nacional).
Es peor aún, se sospecha que desde la presidencia todavía se está operando, para tratar de incluir al aborto solapadamente de contrabando, en la reforma del Código Penal.
Ahora estamos frente a un nuevo desatino. Desde principios de marzo, en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, llamado así como homenaje a este escritor admirador de la Cuba comunista, a la cual viajó en 1971, declarando que: “Desde la Habana tomé conciencia de América Latina”, siendo además Conti, militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores – órgano político del terrorista guerrillero subversivo y marxista E.R.P. Ejército Revolucionario del Pueblo.
Este “Centro Cultural”, que tiene dependencia del Ministerio de Justicia - Secretaría de Derechos Humanos - expone la sacrílega representación de la Santísima Virgen María a la que denominan "Virgen abortera", con motivo de una muestra que lleva el estrambótico nombre de "Para Todes, Tode-Plan de Lucha".
La estatua de la Virgen atacada sacrílegamente, corresponde a una imagen de la Virgen en su advocación de la "Medalla Milagrosa/Inmaculada Concepción", de la que los argentinos son muy devotos, disfrazada con un pañuelo verde, signo con que se identifican los militantes pro-aborto.
Precisamente esta abominable afrenta se ha llevado a cabo eligiendo, nada menos que la imagen de la Santísima Virgen María en la advocación de la Inmaculada Concepción y ha sido exhibida en un lugar del dominio público, bajo la jurisdicción del Gobierno, con empleados del Gobierno y financiado por el presupuesto nacional, es decir, con nuestros impuestos.
¿Se les habría ocurrido a los muchachos (y muchachas) progresistas, que pueblan, tomando café, algunas dependencias públicas (que también se financian con nuestros impuestos), exponer una imagen de Mahoma borracho, de Buda comiendo una hamburguesa, o el clásico antisemita de la Estrella de David con el signo pesos en el centro? ¿Lo que, en este caso real, el Gobierno impulsa, o permite, o ignora (¿) o es incapaz de evitar, no es una aberración semejante?
Para evitar o reparar los daños ocasionados a los sustanciales y transcendentes valores agraviados sacrílegamente, los ciudadanos tienen dos instrumentos decisivos: la vía judicial y sumando a la misma, la más fuerte y efectiva herramienta de todas, el voto democrático para desalojar del poder a los responsables de no haber evitado esta tremenda e imperdonable afrenta y barbaridad sacrílega.
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