Están en Salto los restos de un proyecto que
arrancó en 1902 pero abandonaron con casi el 80% del trabajo completado.
Son los restos de una Argentina que pudo haber sido, pero que quedó
enterrada. Fragmentos de un país que pensó alguna vez que podía ser otro. Telenoche recorrió
lo que queda del "Canal del Norte" una obra faraónica empezada a
construir a comienzos de 1900 y dejada de lado sin explicación, que hubiera
sido una gran ayuda para aliviar las inundaciones que
perjudican a ese territorio desde hace décadas.
La
gigantesca construcción se remonta a 1902, cuando el entonces gobernador de la
provincia de Buenos Aires, Marcelino Ugarte, ordenó que se levantara el
"canal del Norte", desde la laguna de Mar Chiquita hasta el Paraná de
las Pampas. Proyectó, de esta manera, 308 kilómetros con un
sistema similar al del Canal de Panamá, en una vía navegable en pleno corazón
bonaerense.Invirtieron, avanzaron, pero nunca terminaron.
La
obra se empezó, se trabajó y se abandonó. "Esto estaba acompañado por
puertos, galpones y caballerizas. Muchas obras de las que no menos del 80 por
ciento estaba finalizada al momento de la interrupción del proyecto",
explicó Eduardo Cormik,
historiador del "Canal de Norte", a Gustavo Tubio.
El
equipo recorrió la ciudad de Salto, donde están emplazados los restos concretos
del trabajo de seis años hechos por decenas de hombres y sin la ayuda de
maquinarias. Allí, se levantan las paredes de varios metros de altura que, con
un sistema de compuertas, permitían esclusar el agua para que
navegaran las barcazas que iban a pasar. "Esto hubiera funcionado como
canal aliviador, mientras que ahora complica la situación", agregó el
especialista.
En
1902 se asignaron los primero recursos, en 1904 se empezó a construir, pero el
1 de mayo de 1909 se interrumpió la obra cuando estaba en un 80 por ciento
terminada. Se llegaron a hacer 17 puertos de los 22 proyectados. Hay
investigadores que sostienen que detrás de la decisión de cancelarla hubo
intereses de compañías ferroviarias, instaladas en ese momento desde hace un
tiempo en el país.
"Tengo
un sentimiento positivo de la capacidad creativa que tiene la sociedad
argentina, un sello permanente en nosotros. Pero también hay un gusto
más amargo de la cosa incompleta", cerró el historiador.
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